La callejuela sin fin

¿Qué es Buenos Aires? La mejor manera que encuentro para hablar sobre la ciudad es hablar un poco sobre mí mismo. La ciudad es infinita. La infancia también. Y la ciudad es la infancia. Y yo soy de Zona Sur. Eso significa que a Buenos Aires siempre le dije Capital. En mi infancia, entonces, Buenos Aires empezó por ser Capital a secas. Y de chico, para mí Capital siempre era la avenida Callao, y también las pizzerías de Corrientes y el Obelisco. Pero sobre todo Callao. Toda imaginación de niño es arbitraria, es el colmo de lo subjetivo. A mis diez años, ir a Capital se reducía a andar en auto por esa anchísima avenida de infinitos carriles y edificios seguidos, uno al lado del otro. Luego era meterse en algún cine, y después otra vez era la avenida y, cuando quería acordarme, ya estaba de nuevo volviendo, cruzando el Riachuelo.

Ya de más grande, siguieron las excursiones. A los 14 años, me rateé del colegio con mi hermana y con su novio, que era compañero mío. En medio de la súbita libertad, ¿cómo no iba a proponerles ir hasta el Obelisco? La libertad era eso: ir al Obelisco. No fuimos a una plaza o a un shopping. Tomamos el Roca en la hora pico; era junio de 2001 y hacía frío. Viajamos aplastados en ese tren y luego en el subte línea C, y al salir también nos aplastó ver al gigante, como dice la canción. Como si la libertad, en la adolescencia, no consistiera en sentirse grandes, sino ínfimos, minúsculos. Otros prueban con ver el mar o el cielo despejado a la noche; a mí se me ocurrió ir hasta Corrientes y 9 de julio.

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A veces creo que mis grandes revelaciones sólo se produjeron en la infancia. Más tarde, cuanto mucho, me ocurrieron sus respectivas revalidaciones. Como querían los platónicos, en esos casos, ver no es más que recordar. O también escuchar: fue de grande, ya lejos de la infancia, que escuché por primera vez que la luna va rodando por Callao, en el famoso tango de Piazzolla-Ferrer. ¿No era yo mismo quien rodaba por esa avenida de chico? La imagen es poética, claro, pero nunca me pareció exagerada. ¿Cómo no iba a caber el satélite de la Tierra en aquella avenida de los infinitos carriles y edificios seguidos?

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Al que me preguntara qué es Buenos Aires, o cómo conocerla, probablemente le sugeriría que, al atardecer o de noche, hiciera el siguiente trayecto en L: desde Corrientes al 1000 (Obelisco) hasta Callao, y allí doblar en el sentido del tránsito, es decir, hacia la Recoleta. El paseante obtendría allí una buena muestra gratis del esplendor y la nostalgia de una ciudad que aprendió a ser absoluta.

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¿Qué será Buenos Aires? Borges se hace la misma pregunta en su poema titulado precisamente “Buenos Aires”. Tal vez la pregunta sea una porquería (sabrá perdonarme Borges); tal vez sea una trampa filosófica, artera. Cualquier respuesta es válida: incluso decir todo. Se trata simplemente de intentar aproximaciones, pinceladas. En este sentido, la literatura nos ayuda. En su poema ya mencionado, Borges enumera muchas respuestas posibles y, entre ellas, hay una extraña definición de su ciudad natal, tal vez la más certera:

Buenos Aires es la otra calle, la que no pisé nunca.

De eso se trata: la ciudad que no se acaba nunca. Uno siente algo por el estilo caminando por una ciudad que siempre tiene una nueva esquina que ofrecer, una nueva callecita, un nuevo café, hasta incluso un nuevo barrio.

Raúl González Tuñón fue otro poeta nacido en Buenos Aires. Hay un gran poema suyo que no elige titular “Buenos Aires”, sino “Lluvia”, pero en el que sin embargo se le escapa este verso bien porteño:

(…) subiendo siempre la callejuela sin fin de una pasión irremediable.

La callejuela sin fin. La calle que no se acaba nunca. O la avenida. ¿La avenida Callao, tal vez? Yo no lo sé. Habría que preguntarle a la luna, el día o la noche en que deje de rodar.

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Alejandro Bianco nació en Quilmes, en 1986. Estudió filosofía y después, pasándose a las letras, cursó la carrera de Corrección de Textos. Desde hace varios años, trabaja como redactor y corrector. Piensa que leer y escribir es, entre otras cosas, un intento de dar con algún tipo de magia cotidiana; a veces la encuentra simplemente caminando por una calle cualquiera de Buenos Aires. Su blog actual es milbollitos.blogspot.com.ar

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