Claudio Larrea, el amante de Buenos Aires

Luego de vivir diez años en Barcelona, Claudio Larrea volvió a Buenos Aires para convertirse en su amante, retratando con honestidad a su objeto de amor y redescubriendo su belleza. El resultado de esta relación es la muestra “El amante de Buenos Aires” que se puede visitar hasta el 22 de febrero en el Centro Cultural Recoleta. Allí se puede apreciar su mirada de flaneur que recorta a la ciudad del caos cotidiano, descubriendo joyas arquitectónicas y señalando momentos perdidos en el tiempo. Afortunadamente, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Larrea para saber un poco más sobre su relación con la ciudad, en general, y con el surgimiento de esta muestra, en particular.

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¿Cómo surge “El Amante de Buenos Aires?

“El amante” tiene casi cuatro años. Empezó cuando volví a Buenos Aires, a fines del 2009. Yo había idealizado mucho a Buenos Aires porque me gustaban mucho las fotos de Horacio Coppola y de otros fotógrafos que habían hecho un registro de la ciudad justo en la época más interesante para mí, que fue en el quiebre del siglo, en 1920-1930, cuando la ciudad comenzó a tener diagonales, con la aparición del art decó y el racionalismo. Me construí en la mente una ciudad maravillosa, y cuando volví estaba como deteriorada después del 2001. Todo era como un gran maxikiosco, mucho polirrubro, mucha marquesina. Al principio vi una ciudad que no me gustó, y me enojé y empecé a quejarme, y hacer fotos que eran todas con efecto HDR, que es cuando se acentúan mucho los contrastes y se ponen los colores más intensos, como si fuera una especie de pop latino. En un punto decidí no quejarme más y empezar a buscarle el lado bello que yo recordaba en mi melancolía, en mis recuerdos de Buenos Aires. Volver a enamorarme de la ciudad. Acompañado con mi marido, empezamos a recorrer y a peinar todos los barrios: Paternal, Once, Bajo Flores, Barrio Norte, Barracas… Descubrí que había arquitecturas intactas aún, lejos de la picota, que conservaban ese proyecto de país o de ciudad que hubo en los años de principio de siglo XX. Encontré mezclas de trabajos de artesanos con mármol, hierro… En una primera etapa fotografié muchas escaleras. Siguieron los lobbies [Larrea realizó una exhibición en 2014 llamada “Lobbies de Buenos Aires”], y después, como también trabajo en publicidad, en muchas oportunidades tenemos que ir a ver lugares para fotearlos y después de ahí elegir dónde filmamos, y me tocó todo una seguidilla de Diagonal Norte donde tuve perspectivas de todos los lugares. Entonces ahí empecé a hacer fotografías de cúpulas. Siempre todas las imágenes ausente de personas. En las fotos de la muestra solo hay un par de personas reflejadas en un vidrio, porque lo que quería es que básicamente los edificios fueran las personas de esta ciudad. Los lobbies, las cúpulas y todos esos elementos de la ciudad eran como sus piernas, sus ojos, su pelo… como si fueran un retrato del ser amado que en este caso era Buenos Aires.

¿Qué criterio utilizaste al hacer la selección de las fotografías que forman parte de la muestra?

Diariamente yo salgo con la cámara y por eso me resultaba muy difícil elegir. Tenía mucho material. Gracias a mi compañero y marido, que fue un poco el curador de este “amante”, y que me ayudó básicamente a elegir. Hicimos una primera etapa de selección, primero en blanco y negro, y luego otra etapa a color, y después que las fotografías fueran interactuando entre lo que es interior (como los lobbies) con lo exterior (por ejemplo las cúpulas). La que más me gusta es la fotografía de “El cisne” [en la imagen superior] que es como el corazón de la muestra. Es la obra más chiquita, de 30×20, pero en realidad tiene la fuerza de todas las que están ahí.

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¿En qué sugerirías se destaca o diferencia Buenos Aires respecto otras ciudades del mundo?

Hay dos ciudades que yo las noté parecidas a Buenos Aires. Una es Estambul y otra es Budapest. Quizá Budapest es decadente como Buenos Aires pero a su vez es muy imperial. Yo vivo cerca de Congreso, y cada vez que voy a tomar el subte me maravillo con la disposición de esa plaza, de ese Molino que algún día va a vivir. En ese sentido es muy imperial esta ciudad. Y después tiene cosas conmovedoras como Barracas, la zona del riachuelo… La ciudad tiene muchas particularidades pero si tuviera que decir es la mezcla lo que más me gusta de Buenos Aires. No el «maxikiosko», sino la mezcla de estilos y de obras de artesanos que hubo y que ya no hay.

¿Tenés pensado realizar algún otro proyecto que retrate la ciudad?

El año pasado hice una exposición que se llamó “Arquitectura Peronista”. Recorrí durante varios meses toda la arquitectura que hay en Buenos Aires de la primera y segunda presidencia de Perón. Está bueno porque es ver la arquitectura en determinados momentos históricos donde tiene una función social, desde la educación, el deporte, la salud, etc. Se expuso en el Museo Evita. El año que viene, si Dios quiere, voy a hacer una muestra sólo de personas que se va a llamar Humana Humanidad. No solamente gente de Buenos Aires, sino con la gente que yo he retratado en lugares como La Habana o en Madrid. Tiene que ver con el ser humano y su propia humanidad en situaciones casi absurdas, cotidianas.

Por último, ¿cuál es tu rincón preferido de Buenos Aires?

Me resulta difícil decirlo, pero quizás, imaginando algo que ya no existe, la calle Lavalle cuando estaban todos los cines. Yo hago de vez en cuando documentales y me comentaba Atilio Stampone, un músico, un pianista que fue director de orquesta de tango, que en toda esa zona estaban las grandes confiterías con números en vivo, y los músicos iban por todas esas calles, sobre todo por Lavalle, con sus instrumentos, y se veía que era un mar de personas que iban de acá para allá porque había locales en todas partes. Estaba La Ideal, la Richmond, la Cabildo… Había mucha música y mucho arte en Buenos Aires, y me imagino esa calle Lavalle, llena de cines, en los años 40 o 50, llena de músicos. Me gusta esa nostalgia que no viví.

Más info:

“El amante de Buenos Aires” está en el C. C. Recoleta (Sala 4, Junín 1930) hasta el 22 de febrero de 2015.

Horario: martes a viernes de 13:30 a 20:30; sábados y domingos de 11:30 a 20:30.

Entrada: gratis

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Claudio Larrea estudió periodismo e Historia del Arte en Buenos Aires y Técnicas Audiovisuales en Madrid. En 1986 comenzó su carrera profesional como Director de Arte en la producción de portadas y artículos para revistas como Rolling Stone, Playboy, Cosmopolitan. En paralelo, desde 1999 se inició como Director de Arte en publicidad para Cinetauro. A comienzos del 2001 se trasladó a Barcelona (España), fijando allí su residencia por nueve años. Durante ese tiempo se desempeñó como Director de Arte en videoclips (Kylie Minogue: «Body Language») y en publicidades dirigidas por Isabel Coixet, María Ripoll, Cesc Gay, Blanca Li, entre otros. Simultáneamente realizó diversos viajes fotográficos a La Habana, Nueva York, Estambul y Budapest, concentrándose en paisajes urbanos y arquitectónicos. Reconoce como sus influencias fotográficas a Robert Frank, Horacio Coppola, Cartier-Bresson y John Szarkowski.

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